
Doce guitarras en capas para alcanzar la perfección, y no conseguirlo, del todo.
Quienes se han animado a leer mis desvarios habrán notado que a veces me gusta narrar y a veces vomitar la emoción que tenga en ese momento en el estómago. ¿Por dónde abordo el "Presence"?
Era una mañana de Abril, cuando nos dijeron que deberíamos ir
cuando volteé hacia tí me estabas sonriendo, ¿cómo carajos nos ibamos a negar?
Con toda la diversión por vivir, y los sueños que siempre tuvimos,
las canciones que cantaremos, cuando al fin logremos volver
En los tiempos previos cercanos a la grabación de este disco, Robert Plant tuvo un fuerte accidente en su auto. El grupo estaba en la parte alta de su carrera y algunos compromisos para ese año, gira, disco y se agregó la película documental "The Song Remains The Same". El tiempo apremiaba.
El grupo ensayó por un mes y grabó el album en dieciocho días. Jimmy Page se mantuvo dos días continuos despierto para tocar todos los arreglos de guitarra, mientras Plant se tuvo que aventar la grabación en silla de ruedas. Suficiente para hacerse una idea de cómo estuvo de tensa la grabación. Allí estaba el Jimmy con toda la intención de producir una gran obra, succionando toda la energía de sus compañeros.
1. A mi parecer el iniciar el disco con "Achilles..." tiene algo que ver con el valor que se le da a este disco por parte de los seguidores. Puede ser muy osado usar su mejor canción como la primera en este álbum y así provocar que las que le suceden se confundan con obras menores...¿Qué qué?¿Y Escalera al Cielo? Bueno, bueno, para mí, la mejor, La Última Resistencia de Áquiles.
En los primeros 20 segundos el arpegio anuncia el huracán que se avecina, entonces, arranca la primer figura con un ritmo de galope que no da tregua, inicia la épica. Al terminar el segundo verso me deleito con dos nuevas figuras, la primera volverá más tarde y no volverá a salir de mi cabeza. Es el mismo riff que utilizará Page para anunciar su solo.
El solo. Perdónenme maestros de la música si me equivoco, de todo corazón, perdón. Este riff no es tan complejo en cuanto a la técnica, pero que infinidad de cosas transmite. Cuando se está intentando tocar, o aun cuando se está tocando con la guitarra de aire, me es imposible no hacer muecas, muecas de placentero dolor. Los agudos se clavan en los tímpanos y en los lagrimales como si fuesen un sólo artefacto punzante que en el mismo momento estimulara todas las terminaciones nerviosas de mis sentidos. Cada nota me puede llevar a un cielo diferente, marca la mitad de este poema, me satisface y me intranquiliza que va la mitad final...
Los poderosos brazos de Atlas, sostienes los cielos desde la Tierra...
Yo conozco el camino, el camino, el camino...
AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH, AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH...
Yo conozco el camino, el camino, el camino...
AAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH, AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH...
Para cuando se cruza el octavo minuto no hay deseo de terminar el viaje. La odisea que invitó primero a los oídos ya atrapó a los otros sentidos. De hacer palabras esta emoción, entiendo mejor lo que me sucede con las grandes canciones que llamo épicas, esas para las que 5 minutos apenas te dan el panorama o la media de su objetivo.
Al estar escuchando el tramo final, me regalan la misma figura que dio inicio al viaje, y con ella deseo acompañar los momentos en los que me enfrente con el inicio de un nuevo reto.
Han ciclado 10 minutos durante 13 años, y seguirán cerca de mis momentos de alegría, de emoción, de coraje, de sentir mi vida.
Experiencia aparte: viajar a 140 km/hr por el viejo descenso de Saltillo a Monterrey en un Mustang, sincronizando el vaiven de las curvas con las subidas y bajadas del mastil de esa guitarra sinuosa.

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